Crítica musical:
Helpompaa hengittää
Primer álbum de la vocalista finlandesa Leena Urrio, 2009. Acompañamiento de piano.
La Música: la Música también es música.
La música puede pensarse como un universo de sensaciones.
Como un espacio cósmico pletórico de estímulos que nos hacen sentir;
pero también como un microuniverso particular, de privacidad restringida, en el que se encuentra lo que nos gusta,
y también la sensibilidad necesaria para recibir a la música aún no interpretada,
aún no escuchada, pero que anima aún más nuestro yo sensible,
que alimenta las terminaciones nerviosas de nuestros órganos sensoriales con un maná nutricio que nos hace disfrutar,
que nos transporta a rincones recónditos de nuestro microuniverso y por ende también a otros microuniversos:
a los de los creadores de versos musicados y de sonidos versificados, a consonancias y asonancias,
a ritmos y ruidos que nos evocan, que claman a la espiritualidad, que nos inspiran.
La música y la voz, sobre todo la voz, de Leena Urrio estimuló un área de mi microuniverso apenas hollada,
apenas explorada, pero viva y palpitante,
deseosa de ser tenida en consideración.
Un área donde reside una sublime belleza,
una cándida sencillez, contrasentidos muy expresivos para definir las anfractuosidades y llanezas de los sonidos
que salen del pecho de Leena, que apenas son modulados por la respiración y que serpentean
y se engarzan a las notas de un piano sojuzgado a la voz cautivadora, potente y aterciopelada de una joven creadora.
La música de Leena, sin embargo, ni es de ultratumba ni de mundos extraterrenos.
Se reconocen en ella, apenas, ritmos de las mejores melodías jamás escuchadas,
pero que somos incapaces de nominar o acertar. Pues del mismo modo que ningún muñeco de nieve es igual,
ni utiliza la misma agua, es nieve de lo que está hecho ...
Aquí y allá, a lo largo de este maravilloso primer disco, se destila la esencia del buen gusto en la elección de influencias,
amasando un resultado completamente distinto. Es por ello, una música culta, trabajada, sublimada desde influencias variadas,
y cantada con el lenguaje nórdico europeo más musical y evocador y también más incomprensible.
La hipnótica sugestión de la voz ondulante de Leena, sus apenas alardes prosísticos y de composición,
su musicalidad, tan sencilla y tan cargada a la vez de toda la cultura de Occidente,
mortifican el espíritu del deseoso de sensaciones novedosas y esquivo de decibelios artificiales,
provocando una modesta adicción a oír, a escuchar, a dejarse seducir por un lecho de pétalos de armonías.
José Luis Muñoz Mora
Madrid, 2009
